lunes, 19 de octubre de 2009

Huérfanos.-




La cosa es que ella prefería mil veces ir a las calles que la vieron crecer, que regresar a su casa, o a la casa de la amiga cercana.
Salió del metro y caminó por allá, por Huérfanos y como era antes, estaba vacía. El sol ya comenzaba a molestar, como es costumbre a ésa época del año, pero se resignaba a la idea de quitarse su abrigo, las niñas se ven lindas con abrigo. Saca el cigarrillo, comienza la música y emprende el viaje.
Camina y pasa por el hospital, a su lado hay un hombre hablando por teléfono y está llorando, ella lo observa unos segundos y piensa que lo más probable es que llora por un familiar, su esposa o amigo, prefiere la música antes que escucharlo y continúa su camino.
Recorre las calles y reconoce la entrada del pasaje que una vez le enseñó a su amiga y siempre veía de pequeña. Entra al pasaje y mira a la segunda casa, la roja, levanta la mirada a la terraza, recuerda algo divertido y una canción, sonríe. En el pasaje, cierra los ojos en la mitad y sonríe al imaginar que por cosas del destino podría llegar él, tocar su hombro y abrazarla, pero recuerda que nunca le había contado su lugar secreto. Prefiere pensar eso antes que sentirse como una estúpida, ella sabía que era imposible que él llegara.
Continúa el recorrido y el sol ya la tiene agotada. Podría seguir caminando, pero vacila ante esa idea, ya no sabía en que más pensar, las calles que se aproximaban ya las había olvidado y sentía un poco de miedo. El fumar y estando el sol sobre nosotros, no es lo mejor, pero era su secreto para olvidar y aliviar su gran mal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

=)

fue superdupper conocer aquel lugar, y no dejemos de soñar.