jueves, 24 de septiembre de 2009

La sutileza al caminar me define. A pasos delicados y pequeños quiero llegar. Manos casi muertas deseo tener, solo el aire podrá moverlas. Quiero mi aliento frío y la mirada perdida en un punto inexistente. Deseo ser invisible a todo, menos para ti. Quiero ser lo precioso para ti…
Ahora solo deseo caer. Cerrar los ojos y caer en unos brazos gigantes, suaves y calidos. Que me envuelvan y extasiarme en lo desconocido, en lo delicado. Quiero ser egoísta, quiero que nadie lo sienta, solo yo. Quiero que sea único este placer desconocido en mi cuello frío, en mis labios de fuego. Quiero ser la única.
Quiero que sea real.

jueves, 3 de septiembre de 2009


Está leyendo un libro en su sillón preferido y bebe una taza de té con canela, como esos que tomaba cuando joven.
Toma la taza con su mano arrugada y blanca. Saborea el té y una lágrima cae por su mejilla angulosa.
Se ha dado cuenta de algo.
Mira el libro fijamente y reconoce de inmediato el cuento que ha leído. Lo cierra y ve su portada.
- Es él – dice mientras deja su taza en la mesita y miles de lagrimas brotan sin cesar – Es él, es él. ¿Cómo no me di cuenta antes?

Miles de recuerdos, sabores e imágenes aparecen en su mente. Esos parques que visitó junto a él, y ese preciso momento cuando él le entrego una carta y estaba firmada por “Julien” y ella le dijo: -¿Por qué pusiste este nombre?- y él contesta: - Es un seudónimo, no quiero que me recuerden con mi nombre real.

Y ahora ése nombre escrito en el libro. Y ése cuento. Todo lo entiende.

Ella procede a secar sus lágrimas y a leer en voz alta un párrafo del cuento:
- “Nunca pude olvidarte. Todavía siento entre mis manos tu pelo suave, con ese aroma que tanto estremecía mi cuerpo. Y aun retengo en mi pupila esa imagen en la que yo me hallo jugando con tu pelo y veo sus colores en el reflejo del sol, esos colores rojos y castaños que siempre amé. Siento tus manos blancas y pequeñas acariciando mi cabeza puesta en tu pecho y tu mirada dulce observando mi rostro. Escucho tu voz. Recuerdo cuando te encontraba cantando en secreto. Siempre odiaste cantar en público y solo lo hacías si no había nadie a tu alrededor, percatándote que nadie estuviera cerca, pero yo escondido siempre estuve, escuchando como un niño, como un niño que descubre el mundo fascinado. Recuerdo todo. Nunca te olvidé Catherine. Nunca pude volver a amar a nadie después que me marché. Tú fuiste la única persona que escuchó de mis labios un “te amo”.”

Para de leer y bebe su té. Empieza a sonreír y a llorar. Repite en voz alta:
- Julien, Julien. Nunca te olvidé, mi amor, nunca te olvidé.